La Escuela Provincial de Artes Visuales “Profesor Juan Mantovani” comenzó a funcionar en el edificio de Tucumán y Urquiza, una vieja casona de líneas italianas hoy desaparecida, que aún subsiste en el recuerdo de quienes pasaron por sus aulas.
En 1977 se decide su traslado al solar que ocupa en la actualidad, uno de los más antiguos edificios públicos de la provincia. Iniciada su construcción para albergar un convento que no llegó a funcionar allí, su primera etapa se constituye como un ejemplo de la arquitectura del momento.
El edificio se inserta en un área particularizada de la ciudad conocida como casco histórico santafesino. La obra contribuye conjuntamente con otros edificios de gran interés -como la Casa del Brigadier López, la Iglesia de Santo Domingo y la Casa de los Aldao-, a definir el carácter del sector urbano.
El edificio forma parte de la memoria colectiva del habitante de la ciudad y como tal integra su patrimonio. A finales del siglo XIX pasó a adquirir una importancia significativa para la vida de la comunidad cuando se decide instalar allí la Casa de Justicia, recordada hasta hoy por la tradición oral de los ciudadanos como Tribunales Viejos, a pesar de haber sido desafectado de ese uso a fines de la década del 20.
Monumento Histórico Nacional
Por los valores compositivos de su fachada se integra al contexto urbano como un ejemplo de “continuidad” en términos de altura, definición de planos uniformes, ritmos, etc. El esquema de planta consiste en una doble U con tres cuerpos longitudinales y el otro transversal, bordeados de galerías en torno a los dos patios.
La interacción que se establece entre la escuela y el inmueble que la cobija es de recíproco provecho, ya que este es el marco ideal para las tareas que allí se realizan, y por otro lado, sus usuarios ponen especial interés en su preservación y mantenimiento.
En 1985 fue declarado Monumento Histórico Nacional. En 1987 fue descubierta una bóveda subterránea (construida entre 1888 y 1890 y presumiblemente utilizada como celda mientras funcionó el Palacio de Justicia), que fue exhumada y puesta en valor unos años después para ser apreciada por la comunidad.
La bóveda del salón principal, que se utiliza como salón de actos, inspiró al artista César López Claro quien en 1986 pintó en ella diez murales que revelan el esfuerzo magnífico y generoso de su autor y cuyos motivos recrean las obras fundamentales de diez artistas clásicos: Leonardo, Goya, Rembrandt; Velásquez, Picasso, Mantegna, Orozco, Uccello, Brueghel y Spilimbergo.